MISION Y OBJETIVOS

CONSTITUIDA POR UN APOSTOLADO LAYCO, CUYA MISION ES EVANGELIZAR MATRIMONIOS E HIJOS  COMO BASE DE LA FAMILIA, PARA CONSEGUIR VIVIR EL MENSAJE DE LAS BUENAS NUEVAS QUE NOS TRAJO JESUCRISTO
 
DE LOS FINES DE LA COMUNIDAD
- EVANGELIZAR MATRIMONIOS E HIJOS
- FORMAR COMUNIDADES EVANGELIZADORAS
- COLABORAR CON LA PARROQUIA EN LA TAREA DE EVANGELIZACION
- BUSCAR EL DESARROLLO HUMNAMNANO
 
 
MISION Y VISION

"BODAS DE CANA"

Evangelización Matrimonial Carismática

 ​

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas"

(Jn 10,11)

Bodas de Cana es una comunidad cuya identidad y misión se manifiesta por
la presencia activa de sus matrimonios y jóvenes evangelizados, que cumpliendo
con su obligación principal de laicos, hombres y mujeres carismáticos, invitan
a la iglesia a volver al fervor del primer amor (Ap 2,4) dando testimonio de
Cristo con la vida y con la palabra, en sus familias, en el grupo social y en
el ámbito de su profesión.


Este oficio de catequistas -interpretando los signos de los tiempos- tiene una
importancia extraordinaria, toda vez que resultan escasos los ministros
ordenados para evangelizar tantas multitudes. Tenemos comunidades ubicadas en
regiones muy pobres de nuestro país, donde se sufre frecuentemente junto con la
escasez de recursos materiales, la gravísima penuria de sacerdotes.


Nuestra formación por consiguiente debe efectuarse y acomodarse a las
necesidades de nuestro pueblo y a su progreso cultural, de tal forma que
podamos desarrollar lo mejor posible el contenido de nuestra fe católica. En
este sentido se está abriendo paso en el seno de nuestra Comunidad, la Escuela
de Evangelización Juan Pablo II, donde nuestros matrimonios se forman sobre
todo en materia bíblica y litúrgica, así como en los medios catequéticos y
prácticas pastorales, sin dejar de procurar, la práctica de la piedad y la
santidad de vida.


Somos conscientes de que nuestra Comunidad -como toda la iglesia- sufre más que
nada un problema pastoral, no doctrinal ni moral. Y la solución a un problema
pastoral son los pastores. Necesitamos con urgencia matrimonios líderes que
sean pastores, que sean imagen y semejanza de Jesús, el Buen Pastor.
Matrimonios líderes con discernimiento (Fil 1,9) un don sobrenatural que tiene
más fuerza que cualquier título, para constituirlos en competentes pastores del
rebaño de Cristo.


Bodas de Caná dispone del reconocimiento oficial de la Comisión Episcopal de
Apostolado Laical (CEAL) y la debida aprobación de nuestros Estatutos, de acuerdo
a los requisitos que exige el Derecho Canónico. Contamos con el apoyo de amigos
Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos especializados, que
realmente comprenden la trascendencia de la familia en la vida de la iglesia y
la sociedad.


Esto ha permitido que desde 1980, a partir de la ciudad de Lima, Bodas de Caná
se haya extendido a las principales ciudades y localidades de nuestro país,
como son Arequipa, Bagua,  Cajamarca, Chachapoyas, Chiclayo, Chulucanas,
Huaraz, Ica, Iquitos, Juliaca, La Merced, Pucallpa, Piura, Satipo, Tacna, Tingo
María, Trujillo, Tumbes, Yanashi y recientemente en Barranca, Huaral, Huánuco y
Uripa. Es el Espíritu Santo quien ha propiciado que el carisma de "Bodas"
trascienda ya nuestras fronteras, a las ciudades de Dallas y Orlando en Estados
Unidos y Santiago en Chile.


Somos alrededor de 13,000 hermanos y hermanas, 503 jóvenes y 60 niños,
comprometidos en la comisión pastoral de compartir a otros matrimonios y
jóvenes nuestra experiencia de vida, iluminada por la fe y la razón del
Evangelio. Creemos firmemente en el valor de la predicación, en pro del
proyecto Reino de Dios.

Coordinación Nacional. Comunidad de Amor
"Gloria a Dios"

"Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación"

(Mc 16, 15)




Texto del Evangelio (Lc 5,33-39): En aquel tiempo, los fariseos y los
maestros de la Ley dijeron a Jesús: «Los discípulos de Juan ayunan
frecuentemente y recitan oraciones, igual que los de los fariseos, pero los
tuyos comen y beben». Jesús les dijo: «¿Podéis acaso hacer ayunar a los
invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les
será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días».

Les
dijo también una parábola: «Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo
a uno viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el
remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro
modo, el vino nuevo reventaría los pellejos, el vino se derramaría, y los
pellejos se echarían a perder; sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos
nuevos. Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice:
'El añejo es el bueno'».

«¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la
boda mientras el novio está con ellos?»

Hoy, en nuestra reflexión sobre el Evangelio, vemos
la trampa que hacen los fariseos y los maestros de la Ley, cuando tergiversan
una cuestión importante: sencillamente, ellos contraponen el ayunar y rezar de
los discípulos de Juan y de los fariseos al comer y beber de los discípulos de
Jesús.

Jesucristo
nos dice que en la vida hay un tiempo para ayunar y rezar, y que hay un tiempo
de comer y beber. Eso es: la misma persona que reza y ayuna es la que come y
bebe. Lo vemos en la vida cotidiana: contemplamos la alegría sencilla de una
familia, quizá de nuestra propia familia. Y vemos que, en otro momento, la
tribulación visita aquella familia. Los sujetos son los mismos, pero cada cosa
a su tiempo: «¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el
novio está con ellos? Días vendrán...» (Lc 5,34).

Todo
tiene su momento; bajo el cielo hay un tiempo para cada cosa: «Un tiempo de
rasgar y un tiempo de coser» (Qo 3,7). Estas palabras dichas por un sabio del
Antiguo Testamento, no precisamente de los más optimistas, casi coinciden con
la sencilla parábola del vestido remendado. Y seguramente coinciden de alguna
manera con nuestra propia experiencia. La equivocación es que en el tiempo de
coser, rasguemos; y que durante el tiempo de rasgar, cosamos. Es entonces cuando
nada sale bien.

Nosotros
sabemos que como Jesucristo, por la pasión y muerte, llegaremos a la gloria de
la Resurrección, y todo otro camino no es el camino de Dios. Precisamente,
Simón Pedro es amonestado cuando quiere alejar al Señor del único camino: «¡Tus
pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!» (Mt 16,23). Si
podemos gozar de unos momentos de paz y de alegría, aprovechémoslos.
Seguramente ya nos vendrán momentos de duro ayuno. La única diferencia es que,
afortunadamente, siempre tendremos al novio con nosotros. Y es esto lo que no
sabían los fariseos y, quizá por eso, en el Evangelio casi siempre se nos
presentan como personas malhumoradas. Admirando la suave ironía del Señor que
se trasluce en el Evangelio de hoy, sobre todo, procuremos no ser personas
malhumoradas.